"Hoy salí a la calle arrastrando una silla de ruedas y viví de cerca la resignación y la impotencia."
...Y cuando aparece ese otro amor de este siglo.El que surge como remedio de tantos males y a consecuencia de otros tantos, nos encontramos una ciudad entera llena de barreras imposibles, envenenadas...
Nos detenemos al descubrir ese aparcamiento con señales inequívocas de "discapacidades" y posiblemente las ocupamos por un ratito con la única excusa de nuestro egoísmo y un "vuelvo enseguida".
Y usamos ese baño también señalizado porque hay una mejor excusa: (es el baño que siempre está más limpio) y lo ocuparemos solo un ratito; mientras fuera aguarda sin quejarse un pantalón mojado.
Y en la rampa solitaria y sin sostén se escriben los carteles "Estamos de reformas"" Disculpe las molestias".
Esta la ciudad desbordada de alertas, señales,carteles...y todavía necesitamos el ruido de un silbato para avisarnos de que existen "otros." Y es la señal también inequívoca de que mal amamos. ¿Amor de este siglo?
Entonces nos damos cuenta de que no somos tan hermanos.Y de que el amor en algo ha cambiado.Que el ser humano se degrada y que necesita aún más del ruido para ver a otros.
Necesitamos otras señales;otras profundas.Esas que calan nuestra alma haciéndonos respetar el derecho de los otros a no sentirse diferentes.
La humanidad necesita de otras señales más comprometidas.Las que respeten y acepten las necesidades ajenas y nos enseñen a equivocarnos menos, a no ocupar plazas de aparcamiento, aseos señalizados, parques libres de humos...y saber con conciencia que hay "otros" (los menos) que luchan por ocupar un lugar seguro y adentrarse en este mundo cada vez menos adaptado para ellos.
...Hoy salí a la calle con una silla de ruedas y viví de cerca la resignación y la impotencia.