Cuando subo a mi azotea, casi siempre lo hago para escapar del agobio que me produce un partido de fútbol.
Allá arriba se respira ese aire que es justo el que necesito en esos noventa minutos (si hay suerte).
A veces subo sólo para arrimarme a las estrellas y soñarrrrrr...
La calima se apodera de la hermosa vista y las casas blanquitas desaparecen entre panza de burro y aviones cargados de sueños.
... Cuando subo a mi azotea recobro el sentido del tacto al perderme entre las sábanas tendidas y los pijamas de los niños.Puedo sentir la fina arenilla envenenada que provoca la contaminación y que me lleva a un viaje imaginario al desierto.Por momentos mi piel se convierte en un bárbaro radar detectando todo lo cotidiano que no alcanzo a ver una escalera más abajo.
... En mi azotea canto; y también bailo. Cualquier danza o elemento folklórico se convierte en unos instantes en un bello expectáculo privado.
Me desinhibo... y soy yo misma sin remilgos y sin imposiciones.
Cuando subo a mi azotea, me acerco un poquito al cielo y ...............converso con la luna.
...Y me río un poco más, "porque me encuentro".
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